Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) u Objetivos Mundiales son 17 puntos establecidos en 2015 por los Estados Miembros de las Naciones Unidas. La intención de estos es que, en un plazo de 15 años, es decir en 2030, se haya intervenido en problemas como son la pobreza, el cuidado del planeta y garantizar la paz y la prosperidad.
Estos objetivos están pensados teniendo en cuenta que, si se interviene en un área, esta puede afectar a la otra. Por lo tanto, hay que centrarse en encontrar un equilibrio en la sostenibilidad de todos ellos, tanto ambiental como económico y social.
Todos los países comprometidos con estos objetivos son conscientes de que no todos están en igualdad de oportunidades, ni se encuentran en el mismo nivel de desarrollo, por eso hay apoyar a los que están más atrasados ayudándolos a progresar.
Para cumplir con todos estos objetivos, que se pueden llegar a considerar ambiciosos, se necesita del colectivo de todos para conseguir vivir en una sociedad más prospera.
Alcanzar estos objetivos requiere no solamente de la colaboración de los gobiernos sino también del sector privado y de la sociedad por partes iguales. De esta forma aseguramos un mejor lugar para los que están por venir.
Los ODS nacieron en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible celebrada en Río de Janeiro en 2012. Emergieron con la idea de intervenir en los asuntos más problemáticos de nuestro planeta cómo el medioambiente y otras cuestiones políticas y económicas.
¿Pero quién regula que se cumplan estos objetivos?
El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). Este nació como fusión del Programa Ampliado de Asistencia Técnica de las Naciones Unidas, que se creó en 1949 y del Fondo Especial de las Naciones Unidas establecido en 1959.
EL PNUD tiene como objetivo principal implementar los Objetivos en los 170 países y territorios, con soluciones integradas. El programa impulsa a estos países a que creen soluciones realistas para los problemas cuotidianos de las personas y los ayuda a centrarse en buscar las causas más profundas y conexiones entre ellas.
Pero estos objetivos no surgieron de la nada. En el año 2000 se emprendió una iniciativa mundial que quería abordar la pobreza extrema y el hambre, prevenir enfermedades mortales y establecer la educación obligatoria para todos los niños. Para ellos se crearon los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), antecedentes de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
Estos objetivos se impulsaron durante 15 años e invertían en el progreso de los países. Por ejemplo, se inició un movimiento mundial destinado a implementar la educación primaria universal que animaba a los países a invertir en sus generaciones futuras. También se lograron muchas mejores en la lucha contra el VIH/SIDA y otras enfermedades.
De los ODM, se aprendió para poder crear y trabajar con los nuevos objetivos. Hay que terminar el trabajo que empezaron los ODM para ayudar en los problemas primordiales del planeta y la sociedad.
¿Pero qué ha cambiado estos años para que hayan cambiado los objetivos? Existen unos datos claves, ofrecidos por el PNUD, que nos justifican los ODS:
- Más de 1.000 millones de personas han salido de la pobreza extrema (desde 1990).
- La mortalidad infantil se ha reducido en más de la mitad (desde 1990).
- El número de niños que no asisten a la escuela ha disminuido en más de la mitad (desde 1990).
- Las infecciones por el VIH/SIDA se han reducido en casi el 40% (desde 2000).
Debemos concienciarnos que los ODS son singulares porque las cuestiones que abarcan nos afectan a todos. Aunque puedan parecer ambiciosos su meta debe ser conjunta para llegar a construir entre todos un planeta más sostenible, seguro y próspero.
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